Baba regresó a Meherabad a las diez y media de la mañana del 25 de julio de 1940.  Tan pronto regresó, Baba informó esto a las mujeres:

-Mañana les impartiré las órdenes. Sé que ustedes las cumplirán todas, ¡con excepción de la orden de no criticar y hablar mal de los demás! Ustedes no serán capaces de obedecer esa órden. Los días pasados las he estado observando a todas. No me preocupa si no me obedecen, pero ustedes me ayudarán si me obedecen. Y si no me obedecen, no son de ayuda. La única esperanza –que es solamente el uno por ciento– es que ustedes traten de hacer su mejor esfuerzo a partir del 1º de agosto. ¡Todas pelean y, en lo que atañe a esta orden, todas ustedes no tienen remedio! Esfuércense a superar esto. Sus peleas son totalmente infantiles y no tienen sentido. Si lo intentan, se controlarán, pero intentarlo significa pensar en mí.

[...] Cada una tiene un deber y debe cumplirlo con todo su corazón. Ustedes son una piedra si no se enojan. Son un animal si se enojan y no pueden controlar su ira. ¡Y son un ángel o un santo si se enojan y pueden controlar su ira! Lo que ayuda es contrariar a la propia naturaleza y a los propios hábitos. No será de ayuda el hecho de que no se enojen. ¡Ustedes no deben expresar eso! La impotencia.

Estas órdenes les resultarán fáciles si ustedes piensan en mí. ¡Yoga significa control, y esto es más difícil que cortarse los brazos y sacrificar un ojo! Cuando Cristo dijo que había que ofrecer la otra mejilla para ser abofeteada, lo que quiso decir fue “contrólense”. Pero el mundo piensa que si nos abofetean y no nos alteramos, somos cobardes o no tenemos vergüenza. La crítica inocente y justa no hiere y es buena, pero es muy poco común. A lo que me refiero al decir que ustedes hablan mal de los demás es cuando critican y sus críticas hieren; estas hieren cuando ustedes critican exaltadas desde su ira. Cuando critican con amor y bondad, ¿cómo podrán herir?

Buddha Gotama impartió doce órdenes a los miembros de su círculo, la primera de las cuales consistía en evitar mirar a las mujeres. Quiso decir que ninguno de sus discípulos corriera el riesgo de incurrir para nada en la lujuria, y que incluso se salvaría no mirando a mujer alguna. El sabía que eso daría origen en sus discípulos a una debilidad –la de estar siempre nerviosos en compañía de mujeres– pero Buddha sabía que esta debilidad era mejor que aquel riesgo.

Cualquier observación o crítica que no hiera es buena. Diviértanse, bromeen y digan chistes, pero no hieran a nadie ni contesten mal. No hay problema si señalan amorosamente los defectos de otros sin sentir odio ni animosidad. Incluso es lícito discutir con amor. Esfuércense en ayudarme, y lo podrán hacer actuando de conformidad con lo que yo deseo. Renuncien a su agradable costumbre de herir a los demás. Luchen para vencer a la lujuria, la ira y la codicia. Controlar es no hacer lo que han estado acostumbradas a hacer.

Puesto que mi trabajo se basa en mi propio sacrificio supremo, esto facilitará los sacrificios que ustedes hagan por mí cumpliendo lo que les ordene. Si fracasan una vez, no renuncien, sino que inténtenlo de nuevo. Si tienen éxito una vez, me habrán ayudado mucho. Si fracasan nueve veces y ganan una vez, eso también ayuda. Si un hombre tiene calor, fiebre o hambre, o está enfermo, se altera y enoja. Si les duele una muela, están más predispuestos a alterarse por algo que todo lo contrario. La lujuria, la ira y la codicia son enfermedades muy horribles en comparación con un dolor de muelas. Traten de librarse de ellas.

La espiritualidad no admite compromisos. Hay que extirpar todos los deseos en un ciento por ciento. ¡Es o “Sí” o “No”!

— Bhau Kalchuri, Lord Meher VII.